Que no te falte de nada… y paga cómodamente

Ese es el mensaje que unos grandes almacenes me hacían llegar por carta hace unos días. Como es de imaginar, gracias a ellos podía comprar todo lo que se supone que “hace falta” para poder pasar la Miguel Angel Gonzalez OrtegaNavidad. Y, por supuesto, facilitándome un anticipo a un “ventajoso interés”, con objeto de no tener que esperar a cobrar la nómina para “disfrutar de mis compras”. Pero no sólo es esto lo que me ha motivado escribir el artículo, ya que en los últimos días también se produjeron otros dos hechos que quisiera compartir.

El primero de ellos me resultó muy triste. Estando en la Secretaría del Instituto Virgen de Valme de Dos Hermanas, centro al que el mío está adscrito administrativamente, pude observar que estaban con las cajas del Belén que ponían todos los años, y cuyos edificios, según me pude enterar, había realizado una antigua profesora.

Con bastante disgusto, la secretaria me contó que lo habían donado a la Hermandad de Valme porque tenían indicaciones para que no se montase. Supuestamente, así se respetaban las creencias de todos, pues se trata que de un centro público y no convenía herir ninguna sensibilidad.

El otro hecho no fue nada triste, sino todo lo contrario. Se trata de la magnífica catequesis que nuestro paisano y sacerdote D. Juan Manuel Domínguez impartió en la casa Hermandad de Jesús; catequesis centrada, como no, en el significado y sentido de esto que llamamos “fiestas de Navidad”.

Por desgracia, sucesos como los narrados en el Instituto de Valme no son aislados. Basta con querer buscar un poco por internet y veremos que no solo en institutos, sino en muchos organismos como ayuntamientos o museos, se pretenden ocultar en estas navidades los símbolos cristianos. E incluso se llega a atacar la fe de todos los que intentamos seguir a Jesucristo.

Tanto si se es creyente como si no, una persona mínimamente formada admite que Jesús de Nazaret es el personaje más relevante de la Historia universal. De la vida de Jesús, de sus obras y dichos, cualquiera puede vislumbrar su grandeza. Curó a todo el que se lo pedía con confianza, Él mismo no dudó en acercarse a hombres y mujeres de cualquier condición, se situó al lado de los más desfavorecidos, predicó el amor que todos las personas deben tenerse por el sencillo hecho de ser hermanos, enseñó la igualdad y la libertad que el hombre y la mujer tienen al compartir una misma dignidad, e incluso se enfrentó una clase religiosa dirigente que había prostituido el mensaje que Dios trasmitió en el Antiguo Testamento.

Repito, creamos o  no que ese Jesús era el Hijo de Dios, leyendo los evangelios podremos reconocer de dónde nos viene nuestra cultura, la que nos ha dado nuestra conciencia de ser humano y nos ha llevado a diseñar nuestro modelo de sociedad ideal, por ejemplo, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Todos los políticos, sin distinción, hablan de la defensa a los más desfavorecidos, la libertad, la solidaridad o la justicia, como si fuesen a traernos algo nuevo… ¡y no hay nada que no esté reflejado en los Evangelios! Como dice D. Juan Manuel, en los Evangelios encontramos las líneas maestras para el mejor programa social jamás escrito, pero, casualidades de la vida, no hay quien mencione a Jesús en sus programas electorales.

Además, sabemos que cuando se trata de conmemorar el nacimiento de un escritor de prestigio, de un actor o de un pintor excepcional, nadie pone en tela de juicio la conveniencia de celebrarlo, anunciándolo por los diferentes medios, impartiendo conferencias y haciendo exposiciones que duran incluso meses. Por eso me pregunto: ¿acaso no merece Jesús de Nazaret que se celebre su nacimiento públicamente?

Y es que, no lo olvidemos, la Navidad solo surgió para conmemorar el nacimiento de Cristo. Así que, no entiendo porqué evitan exponer un Belén en un instituto o en un ayuntamiento, y sin embargo cada vez se ven más renos y árboles de navidad. Nadie se puede sentir atacado, pues con el Belén no se está obligando a hacer una oración, ni tan siquiera es necesario pararse delante de él para opinar si parece más o menos bonito. Eso sí, todos percibiríamos lo importante que ha sido ese niño que está recostado en un pesebre y que por eso lo recordamos.

Siento una gran decepción y dolor cuando observo que posturas como éstas están calando en demasiados sectores de nuestra sociedad. Son víctimas de la tiranía de “lo políticamente correcto” y de un ataque continuo de unos medios de comunicación que no se dedican a formar mentes libres, pues no informan con equidad desde todos los puntos de vista.

Cada vez se extiende más un laicismo feroz que ataca el hecho religioso, fundamentalmente el cristiano, ganando terreno a un pensamiento laico (el de nuestra Constitución) con el que el hombre gozaría de una libertad más real. Aquellos que se llenan la boca con grandes palabras como respeto, regeneración ética o democracia, demuestran ser unos verdaderos dictadores cuando pretenden hacer que todos piensen como ellos, e incluso se mofan o atacan a los que manifiestan pacíficamente que se sienten orgullosos de Jesús y merece la pena seguirle. Critican ferozmente la época franquista porque se imponían aquellas ideas y resulta que están haciendo lo mismo con las suyas.

Eso sí, lo más importante para el espectro político es la economía. Resulta fundamental que los españoles tengamos más para poder gastar más, porque aparentemente así tendremos menos problemas, seremos más felices. Y nos olvidamos de que ese Jesús al que tanto debemos vino pobre al mundo, en un establo y lejos de la cuidad donde vivían sus padres. El mismo Jesús que es capaz de provocar la venida de los ángeles del cielo para anunciar su nacimiento a los pastores, nos da una lección de humildad y sencillez que no se nos puede pasar por alto, y menos en estas fechas.

¿Que no te falte de nada esta Navidad? Por supuesto, con Cristo no te faltará de nada. Y es gratis.

Un comentario sobre “Que no te falte de nada… y paga cómodamente

  • Felicidades por el artículo Miguel Ángel, me ha gustado mucho.
    Lo del belén y otras tantas cosas depende, diría yo todo, de nosotros. Si somos cobardones y nos conformamos a cualquier imposición iremos «patrás» pero si plantamos cara y defendemos la auténtica cultura nuestra que implica naturalmente la tradición cristiana entonces la cosa cambirá para bien.

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